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miércoles, 1 de julio de 2009
COMENZAR DESDE CERO
La fortuna de Carlos Slim equivale al 9% del PBI mexicano. ¿En qué momento comenzó la carrera de este magnate, que lidera este año la lista “Forbes” de los hombres más ricos del planeta?
Sus biógrafos dicen que todo comenzó durante su educación primaria, el día que su padre le dio como regalo una libreta para anotar sus gastos. Desde ese momento, Slim se acostumbró a llevar la contabilidad de todas sus operaciones en pequeñas libretas de mano.
Quienes han entrado al segundo piso de la sede principal del Banco Inbursa (propiedad de Slim), donde el magnate posee una modesta oficina, han contado que en una de estas libretas, colocada en un estante, se lee una frase escrita con la letra de un pequeño: “Carlos, recuerda que todo lo que se te ordene hacer debe hacerse a tiempo, rápido y con letra clara y sin borrones. Si no, te lo voy a descontar de tu subvención”. A los 12 años su padre le regaló su primera chequera. Inteligentemente, siguiendo el consejo de su progenitor, compró 44 acciones del Banco Nacional de México: antes de cumplir los 15, para saber cómo le iban a sus acciones, Slim aprendió todo lo que se necesitaba para jugar en la Bolsa Mexicana de Valores.
A los 26 años, al casarse, le regalaron un terreno en una zona céntrica de México D.F. En vez de una casa ostentosa, Slim construyó un edificio para rentar y vender apartamentos. Así nació el Grupo Carso. En los años 80, a pesar de que ya había reunido una pequeña fortuna, aún era un desconocido. A principios de los ochenta, la crisis mexicana trajo consigo la salida de capitales internacionales. La actividad económica casi estaba paralizada.
Entonces Slim aprovechó la oportunidad para comprar empresas baratas en apuros para más tarde hacerlas ganar dinero. Algunas las vendió más caras, otras se las quedó. En los años 90, la ola de privatizaciones del gobierno de Salinas de Gortari puso en vitrina Teléfonos de México (Telmex). Lo demás es historia. “Nuestra premisa siempre ha sido tener muy presente que nos vamos sin nada, que solo podemos hacer cosas en vida y que el empresario es un creador de riqueza que la administra temporalmente”, dijo Slim en el 2007, una frase que resume la agresividad con la que este sujeto se ha preparado para comerse al mundo.
Comenzar desde cero
Llama la atención de la lista “Forbes 2010” el top 10 de los más ricos siete construyeron su fortuna tal como Slim lo hizo: desde abajo. No la heredaron ni tampoco recibieron una empresa que ayudaron a hacer crecer.
Bill Gates, el hombre más rico por 15 años consecutivos, fundó Microsoft. A pesar de que nació en un hogar holgado que le brindó la oportunidad de seguir una carrera en centros de élite como Lakeside School (Washington) y Harvard University (Massachusetts), Gates construyó su modelo de crecimiento con sus propias manos: compró programas a bajo costo, los mejoró, patentó y los comercializó de manera exitosa.
De la lista “Forbes”, Warren Buffett es el que planificó su meta a más temprana edad. A los 5 años, dice su biografía, les dijo a sus padres que tenía un solo objetivo en la vida: hacerse rico. El pequeño Warren compraba Coca-Cola en paquetes de 6 botellas a 25 centavos para más tarde vender cada botella a 10 centavos. A los 8 años ya había aprendido los secretos del mundo bursátil.
A los 11 compró su primer título. A los 26 fundó su propia compañía de inversiones. Años más tarde lo apodaron “El Oráculo de Omaha”, por su habilidad en la bolsa. Actualmente, a través de Berckshire Hathaway, participa en más de 150 empresas en todo el mundo. A pesar de su fortuna,
Buffett vive en la misma casa que compró en 1953, en Omaha, Nebraska.
Lawrence Ellison, alumno brillante de la Universidad de Chicago, inventó un programa de computadora llamado Oracle, una base de datos para la CIA. Hoy, Oracle está presente en millones de computadoras.
Eike Batista, presidente del Grupo EBX, que está en minería, energía, logística, infraestructura y desarrollo inmobiliario, bautizó todas sus empresas con una X en el nombre. Según él, la X es sinónimo de multiplicación. Hijo de un antiguo ministro de Minería que dirigió Vale do Rio Doce, ha dicho que su padre no lo ayudó a construir su fortuna. “Todos mis negocios comenzaron de cero. Mi padre era un problema para mí, él nunca me dejó estar cerca del Vale”.
La columna vertebral de Amancio Ortega es la marca de ropa Zara. Mientras la mayoría de textiles bajó sus costos ante monstruos de la confección como China e India, Ortega elevó sus precios: había erigido una marca sólida, basada en diseños exclusivos, que sus clientes de todo el mundo aprendieron a valorar.
Y Karl Albrecht fundó la cadena de supermercados Aldi, la más importante de Alemania, y una de las más competitivas de toda Europa.
Si algo queda claro de los casos descritos es lo que estos personajes han dicho en algunas entrevistas: “Nada es imposible”. Y ahora mismo, ¿qué fortunas se estarán labrando?
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