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jueves, 8 de abril de 2010

El caso Lehman Brothers y el arte de dibujar los libros contables



La investigación sobre la quiebra del grupo financiero puso al descubierto las formas de maquillaje contable que los huecos legales permiten en los balances de las compañías. Los miembros del Grupo de los 20 ya proponen establecer estándares comunes para el 2011






El 18 de marzo de 2008, Erin Callan, directora financiera de Lehman Brothers, dijo en una conferencia telefónica que el banco estaba “tratando de darle al grupo una gran dosis de transparencia en el balance” al brindar muchos detalles. Los analistas que compartían la línea telefónica hasta le agradecieron.

Pero lo que Callan no les dijo es que en el trimestre que acabada de terminar Lehman había sacado u$s 49.000 millones de su balance a través de un proceso al que bautizaron “Repo 105”. Esto se hacía expresamente para ayudar a reducir el apalancamiento del banco –o sea el ratio activos/capital–, que era precisamente la reducción que estaba promocionando ante los analistas.

Esta y otras cosas similares salieron a la luz este mes cuando se publicó el informe de 2.200 páginas dirigido por Anton Valukas, el supervisor designado por el tribunal de quiebras. Con escasas razones económicas que expliquen su uso, estos recursos simplemente son parte del antiguo arte contable de dibujar los libros para mejorarlos temporariamente.

Dos años después, lo que llama la atención es que los altos ejecutivos discutieran de manera trivial estos arreglos dentro del banco, y éstos fueran aceptados por sus pares en otros grupos financieros con los que Lehman hacía negocios antes de su colapso, en septiembre de ese año.

Sin embargo, en el mismo Lehman no todos consideraban tan benignos estos mecanismos. Bart McDade, que se convirtió en director operativo en junio de 2008, señaló en un mail que la Repo 105 era “otra droga de la que somos dependientes”, y planeaba recortar drásticamente su uso, pese a los gritos de protesta que se oían en algunos departamentos. Y Martin Kelly, controlador financiero global, le advirtió a sus jefes acerca del riesgo que corría la reputación de Lehman si estas operaciones se hacían públicas.

Pero la presión para multiplicar esas operaciones que se registraban contablemente como ventas, aunque los activos simplemente se sacaban del balance por un período de entre siete y diez días, creció a medida que avanzaba el 2008. Simultáneamente, en el mundo exterior crecía la obsesión con las precarias finanzas del banco, particularmente en lo relacionado con su apalancamiento. Los mails internos exhortaban a los gerentes a esforzarse para sacar activos de los libros.

Aunque Richard Fuld, CEO hasta la quiebra, ha dicho a través de un abogado que no recuerda haber discutido la Repo 105, McDade le dijo al examinador que en junio le había dado a su jefe una presentación sobre el tema.

Además de las dudas que plantea el informe Valukas sobre la corrección de la contabilidad del banco y de la auditoría realizada por Ernst & Young, surge una pregunta aún más importante: ¿cómo pudo semejante ingeniería financiera ser considerada una herramienta empresarial legítima y qué puede hacerse al respecto?

El disfrazar las cuentas para que tengan mejor aspecto no es algo nuevo y puede asumir muchas formas, desde lo relativamente inofensivo hasta el fraude. En las compañías manufactureras, por ejemplo, un gerente puede trasladar productos justo antes del final del trimestre aunque no se hayan recibido pedidos, para ayudar a cumplir metas y fortalecer la facturación. Esto no está muy lejos de lo que hace el gerente de una tienda minorista que, sabiendo que ya ha cumplido su meta mensual, demora un par de días el registro de algunas ventas para ayudar a cumplir con la próxima meta.

Este tipo de manipulaciones son más comunes que las que, como la Repo 105 de Lehman, se concentran en el balance. Pero el banco estadounidense no está solo en esto. Un recordatorio fue el arresto, este mes, de Sean FitzPatrick quien, también en 2008, renunció a su cargo de presidente del Anglo Irish Bank, con sede en Dublin, cuando se reveló que durante años había escondido préstamos personales por hasta 87 millones se euros (u$s 119 millones). Lo hacía transfiriéndolos a otro banco justo antes del final del año fiscal de su banco, y trayéndolos de vuelta después de la fecha de presentación del balance.

La práctica no es reciente; en 1973, la entidad británica London and County Securities colapsó cuando una contracción del crédito ayudó a constatar las sospechas generalizadas sobre sus problemas financieros. Como en la última crisis, la quiebra de L&C socavó la confianza en el sistema bancario del país y obligó al Banco de Inglaterra a lanzar un rescate para mantener a flote a sus rivales. Al analizar las cuentas, los liquidadores hallaron, entre otras cosas, un sistema que involucraba a una red de bancos que depositaban fondos unos en otros antes del fin de año fiscal de cada uno, para elevar el nivel de liquidez que informaban.

La Repo 105 de Lehman llamó la atención porque los intentos de esconder activos sacándolos del balance se asocian con las prácticas contables tramposas y recuerdan la interminable maraña de instrumentos creados por Enron, el quebrado grupo energético estadounidense, para ocultar sus deudas.

Pero la razón por la cual la cuestión sigue surgiendo, es que concierne a la base misma de la contabilidad, que originalmente se consideró una manera de darle a los propietarios de una empresa un informe imparcial sobre su actividad. En consecuencia, lo que entra, y lo que queda fuera, de los libros es un permanente tema de debate.

Los administradores de las empresas y los contadores saben que hay muchas áreas grises. Esto lo hace un terreno intermedio donde los administradores pueden desafiar a sus auditores, diciendo que están debatiendo un área sin reglas bien definidas para cada situación. En privado, los auditores estadounidenses hablan de reuniones con clientes en las cuales se les preguntaba directamente “dígame dónde dice que no puedo hacerlo”.

“En los informes financieros, nadie quiere quedar de lado y que sus competidores les saquen ventaja. Es como una carrera armamentista, o un deporte sanguinario”, señaló Jack Ciesielski, editor de Analysts’ Accounting Observer, un servicio de investigación sobre el impacto en la inversión de temas de contabilidad.

El reporte Valukas ha traído la contabilidad y la auditoría de vuelta a la palestra. Ernst & Young dice que tiene confianza en sus acciones, agregando que las últimas cuentas auditadas de Lehman, en noviembre de 2007, fueron presentadas de manera “justa”, y de acuerdo a los principios de la contabilidad estadounidense. Por el contrario, la dirección de otras firmas rivales entre las cuatro grandes de la contabilidad, se preguntan de manera privada qué se hubiera descubierto si otras instituciones que casi quebraron, como la aseguradora AIG o el banco de inversión Bear Stearns, y hasta el Royal Bank of Scotland, se hubieran puesto bajo el microscopio, como se hizo con Lehman desde hace más de un año.

Internamente, por años la profesión ha estado discutiendo acerca de cómo establecer principios generales en un mundo donde los auditores enfrentan cada vez más el riesgo de juicios. En los tribunales, las leyes detalladas pueden brindar más protección.

Ahora, las principales economías del Grupo de los 20 han llamado a los reguladores a establecer una serie de estándares en 2011. En realidad, esto exige que Estados Unidos abandone sus propias reglas y pase al sistema basado en principios del International Accounting Standards Board (IASB). Pero los cínicos ya han advertido que, si bien los balances exhaustivos pueden ayudar a forzar a los administradores de empresas a seguir el espíritu en vez de simplemente la letra de la ley, ellos también dejan más espacio para la interpretación individual. En otras palabras, el tipo de área gris explotada por Lehman nunca se aclarará realmente.

Fuente: El Cronista.com

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