En la actualidad, son muchas las empresas, sobre todo las pymes, las que tienen dificultades económicas. En muchos casos la situación llega hasta el concurso de acreedores, de donde un bajo porcentaje consigue salir. Revisemos 10 prácticas que pueden ayudarnos adelantarnos a evitar la quiebra.
- Controlar las cuentas es algo más que pagar impuestos. Uno de los errores más habituales de las pyme es descuidar el aspecto contable, la contabilidad y gestión financiera es un aspecto que cuesta, y mucho, a los pequeños empresarios. Es imprescindible hacer un balance mensual o por lo menos aprovechar el pago mensual del IVA para saber cómo marchan las cuentas y hacer balance de la tesorería y los flujos de caja.
- Hacer un escáner completo de la situación de la empresa. Es necesario hacer un balance por lo menos trimestral para comprobar la solvencia, los ingresos, gastos y, de nuevo los flujos de caja. El resultado puede ser sorprendente y en la mayoría de casos negativo cuando se descubren pagos a los que hay que hacer frente o deudas por cobrar. De lo que se trata es de hacer un plan de tesorería que permita anticiparse a una posible insolvencia o, en su defecto, tener cierto margen de maniobra.
- Saber admitir un fracaso, o podar el tronco antes de cortarlo. Hay que saber admitir cuándo una línea de negocio no funciona o cuándo es necesario cortar un gasto por más duro que pueda parecer. Esto incluye desde el cierre de sucursales hasta, en los casos más drásticos, el despido de parte de la plantilla. Esta reducción de costos, en la mayoría de casos traumática, puede ser la que salve a la empresa.
- Reducir estructura para ganar eficiencia. Ni mucha ni poca. Toda empresa tiene un punto de equilibrio entre estructura organizativa y productividad y eficiencia. La clave está en encontrarlo.
- Hacer la empresa más atractiva para atraer financiación. Contar con el apoyo de inversores es la mejor forma de conseguir financiación, al margen del capital que pueda aportar cada uno de los nuevos socios.
- Crecer con capital propio. Lo importante es no endeudarse más allá de lo necesario. Uno de los errores más comunes es depender exclusivamente de los recursos externos para crecer o pensar que para seguir creciendo es necesario pedir un préstamo.
- Si el negocio es viable, comunicarlo. Hay que demostrar nuestra solvencia o cuanto menos la posibilidad de salir adelante. La mejor forma de hacerlo es a través de un plan de viabilidad, algo fundamental para las empresas que prevén estar en dificultades financieras en los próximos meses.
- No esconderse de los acreedores. La mayoría de empresas tienen cuatro tipo de acreedores: los trabajadores, los proveedores, las administraciones públicas y las entidades financieras. Dependerá de cada compañía dar prioridad a uno sobre otro a la hora de proceder a los pagos.
- Fijar una serie de prioridades en lo que a los acreedores se refiere. Importante establecer una serie de plazos para los pagos. Diferir estas entregas de dinero será lo que permitirá recuperar caja y no dejar que el negocio muera por falta de recursos.
- Solicitar el concurso de acreedores. En caso de que no consigamos a ningún tipo de acuerdo o que este no asegure la viabilidad de la empresa siempre se podrá solicitar el concurso de acreedores. Se trata de un procedimiento legal del que no hay por qué avergonzarse. De hecho, hay ocasiones en las que solicitarlo a tiempo y de forma voluntaria puede ser lo que salve el negocio.
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