El paso de “pequeña empresa familiar” a “empresa mediana” suele dispararse por decisión de sus dueños, que vislumbran buenas oportunidades en el mercado y consiguen financiamiento para crecer. Este proceso se inicia por la intuición, fuerza de voluntad e impulso de unos pocos y, si logran superar el punto de no retorno, la empresa entra en una torrente de inversiones y proyectos.
Iniciado este camino, es necesario detenerse un instante y pensar “dónde estamos” y “dónde queremos llegar”, y replantear las prioridades con un horizonte de mediano plazo.